A veces la vida se toma un café contigo, pero una prefiere un carajillo.
A veces hay mil motivos para sonreír, pero una sólo tiene ganas de llorar.
A veces se añora a todos los que están tan lejos y necesitas cerca y, sin embargo cuando es importante de verdad, los kilómetros desaparecen.
Muy pocas veces llega ese mensaje o la visita sorpresa. Casi nunca las rosas. Y mucho menos las margaritas!! Pero a veces ya da igual.
Y siempre, después de la borrasca, el más mínimo solecito hace aparecer el paraíso.
Porque lo especial siempre queda. Porque los besos no se pueden borrar (por suerte) y los abrazos huelen (es genial cerrar los ojos para recordar ese sentimiento).
A veces, los libros traen algo del que los envía y nos trasladan a otras vidas.
Es posible que encontrar un sitio lo sea todo o que a veces se convierta en necesidad. Pero siempre, con los tacones flamencos, todo se olvida.
Y a veces, se vuelve a empezar.